El otro día terminé de ver en el iPod la segunda
experiencia cinematográfica de un jovencísimo Joan Manuel Serrat ("La
agonía de los peces fuera del agua", de Francisco Rovira Beleta, 1970) y
recordé esta canción sobre la infancia que en el cantautor dedicó a los niños
en su disco de 1981: "En tránsito".
Sobran las palabras para describir una canción que
describe con exquisita sensibilidad la relación entre padres e hijos. La letra
huye de los tópicos, lo cursi y lo frívolo, para escarbar en las entrañas y dar
a la luz una de las poesías más emotivas musicadas en castellano. Recomendamos
escucharla después de acostar a los niños, cuando se hace el silencio en toda
la casa.
Hemos buscado en YouTube una versión directa del autor
y hemos encontrado una interpretación en vivo emitida en su día por Televisión
Española. Serrat introduce la canción recordando al humorista Gila y durante
unos minutos reflexiona sobre la condición de niño y la condición de adulto.
Si prefieres escuchar directamente la canción, en el
canal universal de vídeos hay numerosas adaptaciones personales de este clásico
del artista catalán (generalmente 'collages' de imágenes infantiles), así como
grabaciones caseras en directo de sus últimas giras, en cuyo repertorio sigue
figurando esta obra maestra.
A menudo los hijos se nos parecen,
y así nos dan la primera satisfacción;
ésos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.
Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, (dicen) que hay que
domesticar.
Niño,
deja ya de joder con la pelota.
Niño,
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.
Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
con nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos
para dormir.
Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada
y en cada canción.
Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día
nos digan adiós.