Hace
unos años, uno de los tópicos más injustos respecto a los gustos de los niños
era que la ciencia nunca podría formar parte de sus aficiones. Sin embargo, en
la última década se han popularizado las exposiciones que convierten los
conceptos más complejos en una forma distinta de diversión y didáctica. Los
monitores explican a los chavales aquellos procesos que ellos no son capaces de
entender por sí solos y éstos salen encantados con los experimentos realizados.
Esta corriente es imparable incluso entre los adultos, como lo prueba el éxito
de la Semana de la Ciencia y la Tecnología.
La
difusión científica ya no peca de teórica, sino que se zambulle de lleno en lo
práctico e ilustrativo. En Madrid los más jóvenes tienen varias opciones para
acercarse poco a poco a este universo del conocimiento técnico. Las ciencias
naturales son las reinas del jardín, pero para avanzar un poco más en las leyes
físicas que rigen este mundo hay desde museos específicos a proyecciones en
tres dimensiones.