Parque-Jardín del Capricho

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Avenida de Logroño * Paseo de la Alameda de Osuna * Plaza del Capricho * Plaza de las Sirenas * C./ Rambla. Distrito: Barajas.
Paseo de la Alameda de Osuna, s/n -frente al Parque Juan Carlos I y el Campo de las Naciones-.
Metro: Canillejas (línea 5) y El Capricho. Autobuses: 101, 105 y 151.

Horario:
- de octubre a marzo: sábados, domingos y festivos, de 09:00 a 18:30 hh.
- de abril a septiembre: sábados, domingos y festivos, de 09:00 a 21:00 hh.
Cerrado los días 1 de enero (Año Nuevo) y 25 de diciembre (Navidad).

El acceso es público y gratuito. No se puede acceder con bicicletas, bebidas, comidas ni animales.

Los Duques de Osuna residieron aquí… ¡y cómo sabían lo que se hacían! En los alrededores de su Palacio idearon toda una serie de delicatessen para disfrutar de una casa de campo donde no faltase ningún detalle de lo que se entendía como "calidad de vida" en el siglo XVIII.

Hay algunas zonas cerradas al público, mientras que otras se pueden ver pero no visitar. Particular fastidio nos produce la imposibilidad de disfrutar del laberinto de setos situado en uno de los primeros paseos del parque. Desde arriba se aprecia perfectamente su distribución en torno a un gran árbol central.
Al fondo de la primera plazoleta se encuentra el palacete de los excéntricos dueños de la finca. El Búnker o refugio que le da servicio da buena prueba de su peculiar visión de la vida, aunque nada tan peculiar como la existencia de un… ¡¡Abejero!! Se trata de un edificio antaño dedicado al almacenaje de colmenas para la producción de miel, algo así como un "autoservicio" de dulce a la puerta de casa.



Una lástima, pero el Palacio
permanece cerrado al público
Las ventanas del Abejero... oel exclusivo panal de los nobles

Las pequeñas praderas de césped están tan bien cuidadas que uno no se atreve a pisarlas por temor a que esté prohibido. Pero no. Uno de los encantos de "El Capricho" es la situación de los numerosos bancos que permiten descansar. Se encuentran repartidos de forma aleatorio por el interior de las arboledas, al estilo inglés, y nunca en los senderos del caminante.
Nuestro rincón favorito del parque es el estanque. Se llega a él por uno de tantos caminos de tierra, que dan a parar al embarcadero. Del interior de este mirador cubierto de bambú salían las chalupas de los nobles. Los días de lluvia viene que ni pintado para refugiarse del agua y es un lugar de una personalidad única. En el centro del pequeño lago hay una isla con cascada incluida, desde la que se tiran al agua los patos y aves. Un puente de hierro cruza al otro lado, mientras que un canal paralelo sirve de vía de entrada y salida de agua.



Las barcas salían al lago desde
el interior de la Casa de Cañas
El Jardin de Flores se extiende
a los pies del Casino de Baile

Todo el recinto está poblado por pequeñas e inesperadas construcciones, algunas casi de juguete, que animan la excursión hasta convertirla en una caja de sorpresas. Hay una especie de fortín a escala infantil, una ermita, una casita cercana en aparente ruina, otra denominada "de la Vieja" donde perfectamente podría vivir la bruja de Blancanieves y algunas otras tan ocultas que obligan a una segunda visita. Otros detalles interesantes toman la forma de un monolito, alguna representación escultórica y un templete que es "santo y seña" de la casa.



La Casa de la Vieja parece
salida del cuento de Caperucita
El Templete, cita obligada para
las parejas de recién casados

Ya en la parte final destaca un caserón dedicado en exclusiva a la celebración de bailes, donde lo primero que vemos al llegar es un fuente con la figura de un jabalí a escala natural. Hay que subir unas escaleras y disfrutar desde la balaustrada de uno de los diseños de jardines más bonitos de toda la finca.

Todo está limpio e inmaculado, a pesar de la inexistencia de papeleras. ¿Por qué? Pues gracias a que el Ayuntamiento de Madrid, actual propietario, ha tenido el acierto de restringir los horarios y días de visita. Está prohibido transitar con bicicletas, consumir comida en su interior y llevar animales domésticos. No hay columpios, pero en cambio sí existen varios surtidores de agua y unos servicios públicos que están situados a un lado de los salones de baile. Todo lo que se ve está puntualmente explicado mediante paneles explicativos.

Pared con pared se encuentra el Camping de la Alameda de Osuna. Esta convivencia resulta de lo más curiosa. Desde algunos puntos del Parque se aprecia la acumulación de caravanas características de estos lugares. Se da la paradoja de que muchos vecinos conocen su ya famoso bar por las actuaciones musicales que desde hace años se celebran allí, pero jamás se han acercado a conocer lo que se "esconde" tras los muros contiguos. En fin, esperemos que esta reseña les anime a conocer una de las joyas ocultas de Madrid que mejor aguantan la presión del turismo de masas.

 

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