Casa-Museo Lope de Vega (Centro)

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C./ Cervantes, 11
91 - 429 92 16
www.madrid.org

Metro: Antón Martín (línea 1) y Sol (líneas 1, 2 y 3).
Cercanías Renfe: Sol (líneas C-3 Y C-4).
Horario:- de martes a domingo: de 10:00 a 18:00 hh.

Cerrado los lunes, los días 1 y 6 de enero, 1 y 15 de mayo, 24, 25 y 31 de diciembre.

Visitas guiadas cada media hora, de una duración aproximada de 35 minutos. La última comienza a las 17:00.

La entrada es gratuita, pero se precisa reserva anticipada.


La Casa de Lope de Vega es, como ocurre con la de Cervantes en Alcalá de Henares, un interesante viaje por la vida cotidiana de uno de los escritores más inspirados y prolíficos del Siglo de Oro de la creación literaria en castellano. La que fuera su última residencia se encuentra en el Barrio de las Letras, donde también pasaron parte de su vida el autor de “El Quijote” y sobre todo Quevedo, el gran enemigo artístico de Lope. A escasos metros se discutía sobre los éxitos y fracasos de los grandes nombres de la escena teatral del XVII, en un momento único de efervescencia creativa en la capital del Reino.

Desde luego, la vida de Félix Lope de Vega y Carpio dio mucho juego entonces y su trayectoria personal aún asombra por sus vaivenes y contradicciones. De haber existido, los programas de corazón habría hecho el agosto con este escritor de éxito absoluto entre las clases populares, cuyas vehementes actuaciones supusieron un constante desafío a las normas establecidas… tanto fuera como dentro del orden social. Hay un Lope de Vega militar, otro secretario de notables, un joven amante con tendencia a la promiscuidad y, finalmente, una arrepentida alma entregada a Dios y a una contención espiritual que rozaba lo ascético.


Estos últimos años de su vida son los que mejor se reflejan en la reconstrucción de la Casa donde murió. Por suerte o por desgracia, también en este caso apenas quedan restos de la disposición original de las estancias domésticas, ya que las sucesivas remodelaciones del inmueble han difuminado sus huellas hasta casi hacerlas desaparecer. Casi todo se reduce pues a una recreación muy conseguida, pero sin el alma de lo auténtico.
La visita se inicia en el zaguán de la planta baja, desde donde se enfilan las escaleras hacia el piso superior. Antes de comenzar la ruta guiada podemos asomarnos al jardín, que Lope denominó “mi güertecillo”. No es más que una pequeña y encantadora parcela solariega, un refugio verde en pleno casco antiguo, que evoca muy bien la tranquilidad que el genio anhelaba para su trabajo.
De vuelta al interior, la planta principal nos descubre ante el oratorio, una pequeña capilla en la que Lope oficiaba misa diaria. A la derecha de la misma se encuentra el estudio, su lugar de faena habitual y una estancia luminosa con decenas de libros en las estanterías de la biblioteca. El estrado contiguo reflejaba la herencia árabe que aún se respiraba en la España de la época. Las damas de la mansión hacían allí su vida, recostando sus labores y confidencias entre alfombras, colchones y cojines.



En el ala de la mansión que da al patio se distribuyen los otros espacios en los que Lope compartió su rutina diaria en compañía de los suyos. La alcoba es la pieza más pequeña, desde cuya cama podía seguir la misa del cercano oratorio. Salvando las distancias, se trata de una solución logística que recuerda a la existente en el Real Monasterio del Escorial para el yacente Felipe II. La austeridad presente es la misma que caracteriza al dormitorio de las hijas de Lope, Feliciana y Antonia Clara. Finalmente, la cocina y el comedor dan buena cuenta de cómo se guisaba y cuál era el rito de la sobremesa en la época del imaginario Capitán Alatriste.
Existe un nivel superior en la vivienda, que no es sino una planta abuhardillada. En ella residían los hijos del novelista, poeta y autor teatral. Los jóvenes Lope Félix y Carlos Félix debieron cruzarse a menudo con su vecino de pared, el Capitán Contreras. Él fue quien inspiró a Arturo Pérez Reverte la dimensión aventurera y temeraria de su mejor personaje. Contreras ocupó el cuarto de los huéspedes, como tantos otros que pasaban temporadas en la Corte al cobijo de su insigne anfitrión.


El recorrido, que dura una media hora, está pensado para grupos reducidos de no más de diez personas. Es interesante para los adultos y algo menos para los niños, aunque todo depende de la gracia e inspiración que tenga la persona encargada del discurso. Nuestros pequeños embajadores disfrutaron sobre todo con la descripción que la guía hizo de las costumbres higiénicas o directamente escatológicas de los madrileños del momento. Fíjense, de eso sí que no se han olvidado…

 

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