C/
Alcalá, 13.
91
- 524 08 64http://rabasf.insde.es
Metro:
Sol (líneas 1 y 3) y Sevilla (línea 2). Autobuses: 3, 5, 15, 20, 51, 52, 53 y
150.
Horario
-
de martes a viernes no festivos: de 09:00 a 14:00 hh. y de 16:00 a 19:00 hh.
-
sábados: de 09:00 a 14:30 hh. y de 16:00 a 19:00 hh.
-
lunes, domingos y festivos: de 09:00 a 14:30 hh.
Último
pase de visita: 15 minutos antes del cierre.
Cerrado
los días festivos de Año Nuevo, 6 de enero, 1 (Día del Trabajo) y 30 de mayo,
24, 25 y 31 de diciembre, y uno de los siguientes festivos locales: 15 de mayo
(San Isidro), 9 de septiembre ó 9 de noviembre (Nuestra Señora de la Almudena).
Entrada
-
general: 3 euros.
-
reducida: 1,50 euros -titulares del carnet joven o de estudiante, sus
correspondientes internacionales y los grupos reducidos vinculados a
instituciones de carácter educativo o cultural, entre otros colectivos.
-
gratuita: menores de 18 años, mayores de 65 años o jubilados y alumnos
universitarios y desempleados, entre otros colectivos.
El
acceso también es gratuito los miércoles no festivos, y los días festivos 18 de
mayo (Día Internacional de los Museos), 12 de octubre (Fiesta Nacional de
España) y 6 de diciembre (Día de la Constitución Española).
Por
alguna extraña razón, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando no está
incluida en esa ruta pictórica que comienza en el Museo del Prado, continúa en
el Museo Thyssen y culmina en el Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía. Aún
resulta más extraño que no sea una de las pinacotecas más visitadas de la
ciudad si consideramos que se encuentra a escasos metros de la propia Puerta
del Sol.
La
institución que le da nombre fue fundada en el siglo XVIII La Real Academia fue
durante 200 años una especie de Facultad de ellas Artes por la que pasaron los
mejores talentos creativos de cada época. Muchos dejaron aquí sus obras, al
tiempo que las donaciones y colecciones aumentaban el caudal artístico
Actualmente
funciona con los patrones clásicos de estas entidades de corte histórico, es
decir, con Junta de Gobierno, Secciones (Pintura, Escultura, Arquitectura,
Música y Nuevas Artes de la Imagen), Comisiones (Administración, Monumentos y
Patrimonio Histórico, Museo y Exposiciones, Calcografía, Taller de Vaciados y
Reproducciones; Archivo, Biblioteca y Publicaciones; Medalla de Honor) y Socios
numerarios y honorarios.
La
faceta de la RABASF que nos interesa es la que muestra sus fondos al público.
Su Museo consta de cuatro plantas, en las que se expone lo mejor del arte
español, italiano y flamenco. Tras varios años de reformas (1974-1983), el
Museo quedó inaugurado oficialmente en 1986 con la instalación de las
colecciones en treinta y cinco salas distribuidas en dos plantas. Años más
tarde, en 2002, se amplió el espacio expositivo en las veinticuatro salas de la
tercera planta, además de contar con un salón de actos con aforo para cien
personas y un almacén de obras visible al espectador.
Sobre
las paredes encontramos colgados muchos cuadros mil veces vistos en libros e
ilustraciones, como si de una prolongación del Prado se tratase. Lo más
destacado se escribe con el nombre de Goya (autorretratos, retratos de
personajes contemporáneos, la Corrida de Toros, el Entierro de la Sardina, y
así hasta trece obras), Ribera (“María Magdalena”), Zurbarán, Rubens (“Susana y
los Viejos”) y una larga lista que incluye a Pereda, Arcimboldo, Leandro
Bassano, Mengs o Van Loo.
Capítulo
aparte merece su colección del siglo XIX, con los alardes retratistas de José
de Madrazo (“Manuel Godoy, Príncipe de la Paz”) y Federico de Madrazo (“Retrato
de Isabel II”), amén de otros lienzos de Vicente López, Esquivel o Haes. En
este viaje por la pintura de los tres últimos siglos irrumpen las creaciones
que los propios académicos aportaron a la institución desde 1900 en adelante.
Es el caso del impresionismo de Sorolla y Cecilio Plá, del cubismo de Juan Gris
(“Bodegón con frutero, botella y periódico”), de Picasso y su grabados de la “Suite
Vollard”, o de las firmas de Benjamín Palencia, Lozano, Genaro Lahuerta,
Sotomayor o Vázquez Díaz. Hay muchos otros nombres que dan brillo a la
Colección Permanente del Museo, pero suponemos que no todos los lectores son
licenciados en Historia del Arte y basta lo referido hasta aquí.
Hablamos
de un Museo con todas sus letras mayúsculas, lo que significa que cualquier
visita está condicionada por el volumen de lo expuesto y la propia severidad
que transmite el edificio. No es un Museo excesivamente sugerente para los
niños -como en principio no lo es en realidad ninguna pinacoteca-, pero nunca
está de más que conozcan su existencia y se aproximen al arte con la debida
mesura de tiempo y atención que seguro sabremos darles. La vigilancia es de las
más sensatas que hemos visto en este tipo de localizaciones culturales, lo que
no quita para tratar de que los niños alboroten lo mínimo y toquen lo necesario
(vaya, lo que se dice nada de nada).
Si
después de las advertencias te quedan ganas de continuar, recuerda que quizás a
tus hijos les gusten más las esculturas. En tal caso podrán elegir entre las
estatuas ecuestres de “Felipe V a caballo” (sendas obras de Roberto Michel o
Manuel Francisco Álvarez de la Peña), la devoción religiosa de “La Dolorosa”,
de Pedro Mena, o muestras más recientes u visualmente más reconocibles, como la
“Cabeza de mujer”, de Picasso, “Academia”, de Pablo Gargallo. Hay también
creaciones de los alumnos de la Academia becados o premiados en sus Concursos
Generales, y una sala de vaciados que contiene piezas en yeso.
También
hay un espacio de exposición destinado a dibujos y planos de arquitectura, que
se muestran de forma rotativa y como transición de una sala a otra.