Museo del Traje

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Avenida de Juan Herrera, 2. Ciudad Universitaria.
91 - 550 47 00http://museodeltraje.mcu.es

Metro: Moncloa (líneas 3 y 6) y Ciudad Universitaria (L6).Autobuses: 46, 82, 83, 84, 132, 133 y G.

Horario:
- de martes a sábado: de 09:30 a 19:00 hh.
- domingos y festivos: de 10:00 a 15:00 hh.

La taquilla cierra 30 minutos antes del fin del horario.

Los jueves de julio y agosto el Museo permanece abierto de 09:30 a 22:30 hh.

Cerrado los lunes, y los días festivos de Año Nuevo, 6 de enero, 1 (Día del Trabajo) y 15 de mayo (San Isidro), 9 de septiembre (fiesta local) y 24, 25 y 31 de diciembre.

Entrada:
- general: 3 euros.
- tarjeta anual: 24,04 euros.
- miembros de familia numerosa, titulares del carnet joven o de estudiante, sus correspondientes internacionales y los grupos reducidos vinculados a instituciones de carácter educativo o cultural: 1,50 euros.
- gratuita para todos los menores de 18 años, mayores de 65 años, grupos familiares formados por al menos un adulto y tres descendientes (o dos si uno de ellos es discapacitado), jubilados, pensionistas, desempleados con acreditación, socios de organizaciones de voluntariado cultural y educativo, y miembros de asociaciones nacionales e internacionales de museos, o de la Asociación de Amigos del Museo del Traje.
- gratuita a partir de las 14:30 hh. de los sábados, todos los domingos del año y los días 18 de mayo (Día Internacional de los Museos), 12 de octubre (Fiesta Nacional de España) y 6 de diciembre (Día de la Constitución Española).

Existe la posibilidad de concertar visitas en grupo, con un mínimo de 15 días de antelación. El número máximo de personas debe ser de 20, a las que ha de acompañar un responsable del mismo.

Bienvenidos al "Cosmocaixa" del Traje. Este Museo, inaugurado en Marzo de 2004, ocupa el mismo edificio que alojó durante años el antiguo Museo Español de Arte Contemporáneo. De su primitiva función conserva algunas esculturas en el gran patio que lo rodea, cuyo perímetro puede ser recorrido siguiendo alguno de sus senderos. El jardín es muy bonito y se presta al paseo, tanto por su plaza central como por la parte trasera del complejo.

El recinto es enorme, y en él hay espacio para la tienda del Museo -en la clásica línea de negocio de los museos modernos-, una cafetería de diseño cuyo restaurante fue la sensación veraniega de la pasada temporada y, finalmente, el gran inmueble central donde se exponen los fondos de la institución. Para acceder a él hay que subir un tramo importante de escaleras, completamente inhábil cuando se carga con sillas, carritos y cunas. Un fallo a tener en cuenta, pero que se compensa por lo que vamos a encontrar arriba.



Antes de la visita, el jardín delrecinto invita al paseo relajado
El antiguo Museo de ArteContemporáneo, hoy del Traje

La feria de las vanidades
La colección permanente se compone de 14 unidades temáticas, que efectúan una ruta cronológica por la historia del vestido y sus complementos desde finales del siglo XVI hasta nuestros días. Las piezas están expuestas en unas vitrinas con baja iluminación, a fin de conservar mejor los tejidos. Además, las salas permanecen en una oscuridad casi absoluta. La penumbra resalta los modelos presentados, pero puede asustar a los niños más pequeños y/o temerosos.

Para compensar este particularidad única del Museo del Traje, a lo largo del recorrido se pueden encontrar numerosas pantallas táctiles, que explican de manera visual e interactiva -esto es, mediante una simulación de ratón de ordenador- los contenidos que corresponden a cada periodo histórico. Ocasionalmente también se proyectan audiovisuales de tipo documental, que sirven para introducir al visitante en aquello que le rodea o rubricar con imágenes los textos de los paneles informativos. Especial interés tienen las imágenes del NO-DO sobre la forma de vestir en nuestro país durante los años 50, y una selección de escenas de películas de la época que reproducen la moda imperante.

Nada más entrar, lo que más suele gustar a los niños es un holograma que baja desde el techo al suelo en el área dedicada al "Traje masculino "a la francesa". Son parejas de figuras que revelan las preferencias de las mujeres y hombres del siglo XVIII por determinadas prendas. Este enfoque didáctico es una constante del Museo, que ambienta cada "escaparate" con un atrezzo divertido y diverso -un palco en la ópera, la parte trasera de un automóvil cuyos viajeros están a punto de cargar un baúl, etc.-., Este viaje en el tiempo se completa con representaciones pictóricas y objetos de uso cotidiano.

Otra parada obligada para el visitante infantil es la zona destinada a las muñecas, ya en pleno "Siglo XX". Estos maniquíes de juguete forman parte de la memoria popular colectiva de varias generaciones, y en el caso que nos ocupa adaptan su porte a los modelos estéticos que gustaban a los mayores.

Tras un ala dedicada al "Traje Regional" y otras dos consagradas a la obra de Mariano Fortuny y Cristóbal Balenciaga, la muestra finaliza con sendos monográficos sobre la "Alta Costura en España" y la producción más relevante de los "Tiempos actuales".

La salida de este tramo tiene como destino una enorme estructura redonda de plástico, en cuyas paredes interiores se proyectan imágenes de desfiles de moda más o menos contemporáneos. Su entrada y salida está comunicada por una pasarela en toda regla, con una sola rampa de subida y bajada. Suena música de fondo y unas guías luminosas marcan el camino para que cualquiera se sienta una 'top model' durante medio minuto.

Parece increíble, pero la ausencia de indicadores provoca que muchos crean que el Museo termina aquí. Una pena, porque de esta forma se pierden el módulo más divertido y entretenido de este complejo también conocido como "Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico".



El recorrido por la exposiciónsigue un desarrollo cronológico
La manipulación de los textilesanima la parte más didáctica

El Área Didáctica, o un Museo paralelo
Esta sección se encuentra situada a la espalda de las salas históricas. Se puede acceder desde algunas de ellas, pero lo mejor es terminar la visita "oficial" y continuar por el pasillo situado a la derecha de la cúpula. El primer vestíbulo está prácticamente vacío. Sólo se aprecian una mesa para la lectura de libros y revistas, y otra más con ordenadores -por cierto, generalmente apagados- para la consulta en Internet.

Consta de tres apartados, genéricamente denominados "¿Por qué nos vestimos"?, "¿Cómo se hacen los vestidos?" y "¿Qué forma tienen los vestidos?". En el primero se incluyen varios juegos visuales que revelan la significación del vestir como forma de expresión y vida. Mientras unas mirillas nos demuestran la naturaleza de la seducción, varios monitores ilustran sobre cómo un mismo físico puede transmitir una u otra idea según la ropa que su dueño lleve encima.

Todo lo relativo al proceso de fabricación de los tejidos merece un tratamiento aparte. Aquí es posible apreciar los contrastes de color entre un tono y otro, así como la transformación de una determinada materia prima en su correspondiente acabado textil. Hay pulsadores de olor que completan la definición sensorial de la tela… y hasta un contraste de frío y calor para demostrar las bondades de los guantes.

Al tiempo que nosotros nos fijamos en los detalles más técnicos, los chavales pueden estampar en tinta algunos grabados ornamentales, o confeccionar un trenzado con esas lanas que nuestras abuelas manejaban con soltura.

Mucho más divertido resulta el uso de la lupa electrónica. Se trata de una linterna luminosa con cristal de aumento, que transmite imágenes por medio de una minicámara. Una pantalla refleja aquello que la lupa enfoca en cada momento. En teoría debe ser la ropa que llevamos o alguna de las muestras expuestas, pero se hace difícil sustraerse a la tentación de posarla sobre el cabello o la piel. Los resultados son curiosísimos.

Otra idea original es la del probador. En este vestíbulo existen varios "vestuarios" descubiertos, sobre cuyas perchas están colgadas algunas de las prendas más estrambóticas de los últimos siglos. Hay libertad para probárselas y disfrutar con estos disfraces improvisados que en su día fueron el colmo de la elegancia. Usted, caballero, ¿alguna vez se imaginó con un cuello "a lo Felipe II" o una casaca imperial? Señora o señorita, ¿cómo cree que le quedaría un corsé o una de esas aparatosas faldas que vestía Isabel II? Ya en plan 'unisex', unos zapatos de plataforma dejan claro que las modas, como todo capricho del ser humano, son ciclos estéticos que se repiten cada cierto tiempo.



Los diseños reflejan gustos ymodelos sociales del momento
La tienda oficial se encuentrajunto a la cafetería 'fashion'


Repetimos seguro
En definitiva, este Museo del Traje se gana un sobresaliente en nuestra clasificación de lugares indicados para la excursión familiar con miras culturales. Los pasillos son anchos, hay espacio de sobra para que los niños puedan manejarse con soltura y los vigilantes se muestran amables y no rigurosos. Para mejorarlo aún más, la vista del jardín exterior desde los ventanales de la primera planta justifica con creces que este diseño de interiores fuera reconocido con el Premio Nacional de Arquitectura en 1969. Como curiosidad, las dos veces que hemos estado nos ha parecido que -quizás para ir a juego con el motivo de la exposición- casi todos los visitantes lucían unas galas muy chic. Nadie parecía desentonar en medio de esta consagración museística de la coquetería y la apariencia.

 

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