Templo de Debod

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Parque del Oeste
91 - 366 74 15
www.munimadrid.es/templodebod

Metro: Plaza de España. Buses: 14 y 74.

Horario:
* del 1 de octubre al 31 de marzo:
- de martes a viernes: de 09:45 a 13:45 hh. y de 16:15 a 18:15 hh.
- sábados y domingos: de 10:00 a 14:00 hh.

* del 1 de abril al 30 de septiembre:
- de martes a viernes: de 10:00 a 14:00 hh. y de 18:00 a 20:00 hh.
- sábados y domingos: de 10:00 a 14:00 hh.

Último pase de visita: 15 minutos antes del cierre.

Cerrado los lunes y días festivos.

La entrada es gratuita.



Una lección en vivo de historia
en pleno Parque del Oeste
Cada elemento del conjunto
reproduce su ubicación original

El Templo de Debod fue mandado construir hacia el año 200 antes de Cristo, bajo mandato real y en honor de los dioses Amón e Isis, al sur del que siglos después sería el país africano tal y como lo conocemos hoy. La región de la Baja Nubia se encontraba muy cerca de la Primera Catarata del río Nilo y de Filé, el gran centro religioso de la diosa Isis. Distintos reyes de la dinastía Ptolemaica añadieron estancias a la capilla original y posteriormente fueron los emperadores romanos quienes modificaron y ampliaron su decoración y estructura. El tiempo hizo mella en el monumento religioso, que no obstante logró sobrevivir a un terremoto en 1868.

El antiguo emplazamiento del Cuartel de la Montaña aloja hoy un emplazamiento muy adecuado para un vestigio de estas características. El edifico central y los dos pórticos que lo anuncian permanecen aislados del resto del parque por una valla disuasoria en el primer caso y un pequeño lago en el segundo. La colocación y distancia entre las tres piezas responde a su ubicación original, lo que consigue recrear con eficacia el aspecto solemne y místico del templo egipcio. Se trata de uno de los pocos conjuntos de este tipo que se pueden contemplar fuera de Egipto, y por lo tanto un auténtico lujo patrimonial del que la ciudad de Madrid puede sentirse bien orgullosa.



La "capilla del nacimiento" aloja
uno de los restos arqueológicos
Otra de las salas presenta
una maqueta del templo

El recorrido por el interior del templo es muy breve, sin que ello impida experimentar un pequeño viaje en el tiempo al estilo de “Érase una vez el hombre”. La sala de la entrada nos conduce a la Capilla de Adijalamani, la joya artística del Templo gracias a los relieves y frisos de sus dos paredes. Las figuras, inscripciones y dibujos representan ofrendas litúrgicas a los dioses y son relativamente fáciles de distinguir incluso para unos ojos de nueve años que no estén acostumbrados a las “radiografías” arqueológicas. Más adelante se encuentra el vestíbulo interior del santuario, cuya desnudez ornamental puede defraudar a primera vista. Por supuesto, nada es lo que parece. Todo en el Templo de Debod tiene su significación, pero es de esos monumentos que tenemos que prepararnos en casa si queremos que los niños se enteren de algo.

Las capillas laterales son parcas en detalle, por lo que es fácil que pase desapercibido el espacio destinado a las criptas, en sendos huecos a ras de suelo. Una de esas criptas comunica con el corredor -una suerte de primitiva sacristía- y las escaleras de acceso a la terraza. Otras capillas reciben los nombres de y Mammisi, Naos, Osiriaca o Uabet, y en ellas encontraremos primitivos sagrarios, iconos rituales y elementos religiosos que en un sentido u otro siempre se repiten en las distintas creencias.



Las estancias del santuario
se comunican entre sí
Pequeña parte de los relieves
consagrados a Adijalamani

Por último, en el piso superior se ha dispuesto toda la información que el turista demanda. En ella encontrará una maqueta de la región del Nilo en la que se encontraban Abú Simbel y Debod, con pequeñas señales luminosas que resaltan sus puntos de interés. También hay una reproducción a escala del propio Templo y una muestra de restos de sillares y dinteles. El resto de la sala está reservado a la tecnología propia de los modernos museos, con una amplia cobertura audiovisual y el resumen sintético de lo que acabamos de ver.

La visita al Templo de Debod es la excursión perfecta cuando se ha caminado largo rato por la Gran Vía y alcanzamos la Plaza de España. Se encuentra lo bastante cerca del centro como para tenerla en cuenta cuando queremos cambiar las compras por la cultura. Suele haber mucho turismo extranjero, por lo que conviene elegir cualquier día de la semana menos el sábado por la tarde y el domingo. Los más bebés no van a disfrutar tanto como sus hermanos mayores, ya que es una inmersión histórica más propicia para niños que ya tienen un concepto mínimanente definido de lo que es historia antigua y moderna. Y si llevas carrito, prepárate para manejarte mal y sin espacio. Subir a la terraza puede ser una odisea.



El sagrario de granito velaba
la estatua del dios Amón

 

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